Novelas en capítulos y cuentos cortos

viernes, 8 de mayo de 2015

Camino de Sangre y... Rosas Caps 19 y 20


                                                          19


“...los clamores cotidianos de la tiranía
no podrán contra los progresos fatales
de la libertad.”
                                                             Juan Bautista Alberdi



La salud de mamita Pancha empeoró de forma alarmante durante la primavera. Ciriaco y Rafael compartían una profunda tristeza por la enfermedad de esa mujer fuerte, emprendedora y generosa que empeoraba con el correr de los meses.
Se acercaba la Navidad. El clima festivo puso un paréntesis a los enfrentamientos políticos que se vivían en la ciudad, aunque la angustia por los familiares exiliados se agudizaba y el odio crecía.Perdón y reconciliación no existían en los corazones de muchos argentinos.
Fue mamita Pancha la que insistió para que Jovita, con la ayuda de los demás sirvientes, engalanara la casa con los adornos navideños. Imitando a la familia Terrada, precursores en la inclusión del arbolito en la festividad, armaron un pequeño abeto en la sala de recibo junto al clavicordio y a la izquierda del arpa. Lo adornaron  con manzanas rojas y colocaron en sus ramas velitas aromáticas, Al pie del árbol, Jovita dispuso un exquisito pesebre de cerámica de vistosos colores bajo la atenta mirada de doña Francisca. Cuando estuvo todo de su agrado volvió a su dormitorio para seguir descansando. Últimamente se agitaba por nada.
Muy atenta, Jovita le preparó un té de tilo y con cautela entró en la habitación evitando hacer ruido por si la anciana dormía.
_Jovita, ¿qúe haces levantada? Acostate un rato, es la hora de la siesta_la reprendió con dulzura.
_Enseguida voy doñita, pero primero tómese este té que le va a sentar bien.
_Vos siempre tan considerada conmigo.Bueno, traé para acá. Me lo tomo y te vas a descansar.¡Pobrecita!, hoy trabajaste mucho preparando la casa para celebrar la Navidad.
_Me
gusta hacerlo.La casa parece más alegre¿no doñita?.

_Es cierto, lástima que esta sea mi última Navidad.
_No diga eso, me asusta cuando habla así_Jovita se santiguó tres veces seguidas para ahuyentar a la Parca.
_No
tengas miedo ni estés triste. Que mejor fecha para morir que el cumpleaños de Jesús_le respondió sonriendo.

_Cambiemo’ de tema ¿eh? Doña Pancha ¿pa’ qué pusimo’ ese arbolito en la sala?
_El padre Fermín me explicó que un santo llamado Bonifacio invitó a sus feligreses a llevar a sus casas en Navidad un árbol de hojas que siempre están verdes para simbolizar la inmortalidad, la vida eterna y con su cima apuntando hacia el Cielo donde está la morada de Dios.
_¿Y pa’ qué son las manzanas y las velas?_preguntó intrigada.
_Las manzanas significan la tentación, el pecado y las velas,la luz del Señor Jesús.
_Usté sí que sabe un montonazo doñita_Jovita la escuchaba con la boca abierta por el asombro.
_Acá hay mucha charla_Rafael entró en la habitación_Jovita te dije que mamita Pancha no puede hablar mucho porque después se sofoca.....le cuesta respirar ¿entendés?
_No la retes Rafa, soy yo la que le está dando lata. Además hoy me siento bastante bien_se tomó el té,que ya estaba tibio,y Jovita se retiró malhumorada por la reprimenda.
_Ahora quiero que duerma un rato. Es una orden.
Rafael la besó en la frente, pero cuando se alejaba de la cama, doña Pancha lo retuvo tomándole la mano.
_Quedate un poquito más conmigo, por favor.
_Si me promete que no se va a fatigar.
_Llevate lejos de Buenos Aires a Lourdes. No sé porque volvieron pero tienen que irse antes de que sea tarde..._a doña Pancha le costaba respirar_ ¿están juntos todavía? ¿Se quieren?
_Cálmese viejita, no se ponga nerviosa.Sí, nos queremos y tenemos planeado marcharnos en Navidad.Lo que más me duele es dejarla a usted.
_Por mí no te priocupes, soy una vieja enferma a la que le quedan pocos días...sí, sí, no me hagas callar.Deseo que haiga un lugar en el que Lourdes y vos puedan ser felices. Seré inorante pero no ciega, quiero al Ciriaco pero cuando la violencia lo enloquece......Tengo miedo por vos Rafa, tengo miedo que te pase algo malo. Conozco al Ciriaco y sé de lo que es capaz cuando se enjurece.¡Prometeme que te la vas a llevar lejos!,¡prometemelo!
_Se lo prometo...por favor duermase, todo se va a arreglar, va a ver, todo se va a arreglar.
Rafael se quedó a su lado acariciándole la mano hasta que se durmió. Cuánto amor le debía a esa anciana pequeñita que casi desaparecía en la enorme cama que desbordaba almohadones almidonados y puntillas.
Enjuta, de tez morena surcada por mil y una arruga;de ojos vivarachos,ahora velados por cataratas;inquieta de manos ajadas y callosas de tanto trabajo duro para sacar adelante ella sola a su hijo. Su última dosis de energía la volcó en la crianza de un huérfano salvado de un malón. Esa era mamita Pancha, una luchadora que le dio guerra a una vida de sacrificios, humillaciones y privaciones, pero como recompensa tuvo el amor infinito de su hijo y de un nieto postizo que fue su alegría y su esperanza.
“Mamita Pancha, que ese Dios en el que tanto cree la lleve en sus alas a un vergel de paz y felicidad”. Con los ojos humedecidos abandonó el dormitorio. En el pasillo se topó con un Cuitiño taciturno.
_Rafael, el doctor Muñiz me dijo que no hay nada que hacer.La vieja se me muere no más_expresó desolado.
_Animo padrino va a ver como mamita Pancha sale de ésta también_expresó no muy convencido Rafael.
_No lo creo, está muy débil.Se deslomó lavando ropa ajena la pobre y ahora que puedo hacerla disfrutar de la comodidad se me va...¡mire que fui bruto con ella!, cuántas veces le grité y ella nunca me retrucó y si lo hizo fue con cariño_la conciencia lo aguijoneaba por las veces que desató su violencia en una madre que siempre estuvo dispuesta a escucharlo y ampararlo.
_No se torture más padrino. Usted es lo más importante para ella. Lo quiere y lo comprende. Venga vamos a la cocina a tomarnos una ginebrita, nos va a caer bien a los dos.
Esa fue la última vez que compartieron una bebida consolándose mutuamente y en armonía.


En la casa de Lourdes también se preparaban para el festejo de la Navidad.
Tin
a y Lola dispusieron sobre una mesa de roble oscuro, ubicada en la sala,un pesebre de figuras de madera de cedro, talladas y pintadas vistosamente. Con gran sentido del arte,Tina fue colocando las tablas coloreadas que simulaban el cielo de Belén, el establo construído con corteza que albergaba a José, María y al Niño. Ovejas,vacas,burros,pastores congregados alrededor de un fogón,completaban un escenario para el asombro de los visitantes que el veinticinco pasaban a desear buenos augurios a la familia.

Lourdes desde la puerta, se maravilló al verlo.
_Tina, Lola, las felicito ¡quedó precioso!
_Espero que el pesebre les dé tema para hablar y así no preguntan por vos que a esa hora ya estarás en San Pedro.
_¡Estoy tan nerviosa!Tina cuidá a la abuela,ella se hace la fuerte pero...
_Sí querida. Seremos mujeres,pero estamos preparadas para enfrentar la tormenta más recia.
Los días pasaron, algunos breves como un suspiro y otros eternos como las noches de invierno sin fuego para calefaccionar.
Por fin llegó el veinticuatro de diciembre de 1847. Lourdes y Rafael ansiaban la medianoche para reencontrarse y emprender el viaje hacia la dicha.
Sin embargo para Rafael la felicidad de unirse a Lourdes estaba opacada por la enfermedad de mamita Pancha. Un peso en el corazón le anunciaba que el desenlace se acercaba inexorablemente y la angustia lo dominaba.
Mientras que todas las casa de Buenos Aires se vestían de Navidad, se preparaban brindis y las cocinas inundaban los patios de apetitosos aromas,la casa de Ciriaco Cuitiño lloraba. El diagnóstico del doctor Muñíz fue terminante.”No pasa de esta noche”.Rafael no se apartaba ni un segundo de doña Francisca y Cuitiño estaba pendiente de la respiración de su madre.
Pasadas las diez de la noche llegó una visita inesperada. Santa Coloma.
Rafael, al verlo, maldijo para sus adentros.”Este ¿qué se trae entre manos?, pensó iracundo.
Cuitiño y Santa Coloma se encerraron en el escritorio. Después de una hora Cuitiño salió hecho una fiera. Tenía la cara roja, sudada; los ojos saltones, salvajes, asesinos.
_Rafael, venga... ¡Rápido!_lo llamó con voz de acero.
Rafael se le acercó con calma. Pasó delante del alcahuete que le sonrió cinicamente.
_¿Qué sarta de mentiras le trajo ese imbécil?
_¿Usted ayudó a escapar a Escalante?¡conteste mierda!
_Sí_fue lo único que respondió, sin explicaciones, sin defenderse.
_Me traicionó Rafael. Yo confié en usted y me pagó cagándome.
_Sólo defendí la verdad y la justicia.
_Usted defendió la calentura que tiene con esa perra de Lourdes Aguirrezabala, esa niña de sociedad que cuando se le pase el capricho que tiene con usted lo va a dejar en la estacada humillada y destruido.
_Amo a Lourdes. Ella perdonó mi pasado y me ama como soy. Nos casamos y queremos vivir juntos.
_¡Nunca!antes lo mato. Lo eduqué para defender un ideal y usted me clava un puñal por la espalda. Yo siempre le fui leal, usted en cambio...
_Padrino, no me hable así. No soy un traidor, pero ya no estoy dispuesto a asesinar o a torturar en defensa de la causa federal o de un hombre que se cree todopoderoso.
_Cuidado con el tonito que emplea cuando se refiere al Gobernador. Gracias a él tenemos esta casa y hoy mi madre puede morir dignamente.
_Me voy padrino,no me lo impida. Mamita Pancha me dio su bendición_Rafael fue contundente.
Cuitiño apretó sus puños con rabia, el rostro desencajado por la decepción.
_Salga de mi vista, verlo me revuelve las tripas. Lo quise como a un hijo y ¿así me paga?. Por mi vieja no lo mato ahora mismo, pero le juro que me voy a vengar. ¡Cuídese!
Jovita entró como un vendaval en la habitación. Gritaba, lloraba.
_Doña Pancha se murió, patroncito, se murió.
Cuitiño la empujó sin ninguna consideración u corrió al dormitorio de su madre. Rafael lo siguió pero cuando quiso entrar Cuitiño lo paró en seco.
_Ni se atreva a acercarse. Usted ya no pertenece a esta familia. Desaparezca antes de que lo mande a ajusticiar.
Rafael tomó un bolso con sus cosas: algunos libros, poca ropa. Con la mirada velada por las lágrimas buscó a Moro y a dos yeguas que tenía preparadas para el viaje. 
Llegó a casa de Lourdes cuando comenzaban a disfrutar de la cena de Nochebuena.
“El huracán se desató”, pensó Lourdes al verlo devastado en el umbral del comedor. Lo abrazó y lo besó. Juntos se sentaron a la mesa cerca de doña Mercedes.
_Mamita Pancha falleció.Mi padrino me echó amenazándome de muerte.
Lourdes se arrojó a sus brazos.
_Fuerza, Rafael. Con respecto a Cuitiño, sabíamos que esa iba a ser su reacción. Es un resentido que goza con el sufrimiento del otro.
_No doña Mercedes. Estoy seguro que el padrino todavía me quiere, lo que pasa es que su carácter violento lo enceguece. Por eso hace y dice cosas de las que después se arrepiente. No conozco persona más fiel que él. SÍ,sí,ya sé,doña Mercedes puso su lealtad en la persona equivocada. No trato de defenderlo ni de justificarlo. Cometió muchísimas barbaridades de las que yo también tomé parte y de las que estoy infinitamente arrepentido
_Hay enfermedades del alma más dañinas que las del cuerpo_sentenció doña Mercedes_y tu padrino destila el veneno de la venganza.Es un necio que defiende a otro necio ebrio de poder.
Tina, que entraba con una fuente humeante presenció confundida la escena.
_¡Rafael, hijo! ¿Qué sucedió? ¿No es temprano para que estés con nosotras?
Un silencio lúgubre descendió sobre ellos. Rafael, lentamente, repitió la historia a su madre.
Doña Mercedes fue la encargada de levantar los ánimos.
_Hoy es un día muy importante,sobre todo para ustedes dos. Doña Francisca desde el Cielo los va a guiar y proteger,no lo duden. Ella va a ser su ángel guardián y eso a mí me da tranquilidad. Rafael ,tiene que ser fuerte, dueño de una voluntad vigorosa. Su cabeza tiene que ser de hielo para tomar decisiones rápidas y seguras. Tiene que poseer mano de hierro y corazón de fuego para defender sus creencias y sentimientos...
_Para defender a Lourdes y todo lo que ella significa para mí
_Brindemos por todo lo dicho. ¡Por Lourdes y Rafael!_propuso Tina.
_Brindemos por una Patria soberana libre de bestias carentes de conciencia_exclamó entusiasmada doña Mercedes.
Un sonoro tintineo de cristales selló los buenos deseos. Un excelente jerez llegado de Portugal corrió en abundancia para elevar el espíritu de todos los presentes.
Luego de la cena, salvo Rafael que permaneció escondido en la casa, las mujeres fueron hasta el Convento de los franciscanos para admirar el pesebre que todos los años armaban en su Iglesia.
Allí se enteraron que Camila O’Gorman y el sacerdote jesuita Ladislao Gutierrez huyeron juntos. Nadie sabía a dónde pero se los buscaba para castigarlos por inmorales y herejes
Lourdes al escuchar los comentarios condenatorios sobre la pareja se desmayó.
Doña Mercedes y Tina pudieron sostenerla impidiendo que cayera y se golpeara contra el piso. Un caballero las socorrió acercando un sillón para que acomodaran a Lourdes. Mientras la abuela le hacía aire con su abanico, varias mujeres, todas ellas muy piadosas y puritanas, se lamentaban por haber mencionado el delito de Camila ante una joven tan susceptible y delicada, incapaz de soportar tanta corrupción.
Doña Mercedes imaginaba que el desmayo de Lourdes se había provocado por otra razón”.Además de los nervios por su inminente huida, mi niña está en estado de buena esperanza”.
Hacía unos días que lo sospechaba. La notaba pálida y desganada, sin poder ocultar las naúseas que le producían los mates y los huevos que  adoraba comer pasados por agua por las tardes. Una sensación de dulzura le recorrió el cuerpo y le estrmeció el alma. ”Que la Virgen me conceda conocer a mi bisnieto”, anheló con ahínco.
Una vez en la casa no se mencionó el desmayo a Rafael. ”No hay que preocuparlo”, fue el pedido de Lourdes a su abuela y a Tina. Ellas a regañadientes lo aceptaron.
A las dos de la madrugada de una jornada calurosa, la joven pareja entre besos, llanto y abrazos inició un camino hacia la esperanza.  
                                                                                                                                          
                                                             20


“Se apoderaron de mí ideas de libertad, igualdad, seguridad,
propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían
a que el hombre fuese a donde fuese, no disfrutase de unos
derechos que Dios y la Naturaleza le habían concedido”.
                                                                                                       Manuel Belgrano


En San Pedro, fray Cayetano los recibió jubiloso. Amigo de Lorenza Reynafé, supo por ella como esos dos jóvenes desafiaban con temeridad a un poder que iba más allá de la política.”¿Un mazorquero renegado?, ¿cómo es eso?. Fray Cayetano, un hombre de Dios que predicaba la conversión, no vislumbraba la posibilidad de un cambio radical de vida.”Incrédulo, eso es lo que soy”, se reprochaba,”para Dios no hay imposibles”.
Después de acomodar a Lourdes que estaba exhausta en una de las celdas, charló largo y tendido con Rafael.
Entre copa y copa de un vino tinto de buen cuerpo, Rafael le confesó al fraile todas sus tropelías y su urgencia de expiarlas. Los remordimientos por haber asesinado a tantos hombres escudándose en la causa de la Santa Federación lo asolaban día y noche.
El único remanso en su vida era Lourdes. Ella lo amaba como era, aceptando el monstruo que había sido.”Tengo miedo padrecito que alguna vez la locura se vuelva a apoderar de mí y cometa un disparate. Soy un violento, lo sé y lucho con todas mis fuerzas para sofocar la ira que a veces me domina. Por Lourdes quiero ser otra persona, ella se lo merece.”
Fray Cayetano, acostumbrado a escuchar confesiones, quedó impresionado con la humildad y sinceridad que mostraba ese joven dispuesto a cambiar por el amor de una mujercita igual de valiente.
A la mañana siguiente, luego de un abundante desayuno. continuaron su viaje más descansados.”Que el Señor los guarde y en alas de águila los lleve hasta su destino sin contratiempos”, así los bendijo el viejo fraile viéndolos partir con el espíritu rebosante de entusiasmo.
Fueron cinco días de intensa cabalgata por la extensa llanura. Pararon en alguna que otra posta para recobrar energía hasta arribar a Córdoba.
Lourdes lucía demacrada y eso preocupó a Rafael. En una esquina le preguntaron al aguatero que estaba renegando con su mula, si sabría indicarles la ubicación de la casa de la familia Oliva. Apenas le entendieron, pero igualmente dieron con la dirección buscada.
Era una casa de color ocre de gran sencillez pero elegante. Poseía una sola planta en forma de U con un patio central en el que se destacaba una pequeña fuente. Luminosas galerías flanqueaban el cuerpo principal.
La misma Clara Oliva los recibió.Bella y de mirada taciturna, les ofreció generosamente su hospitalidad. Enseguida ordenó que se les sirviera un refrigerio y que se les preparara un baño.
Rafael y Lourdes agradecieron que Clara fuera poco conversadora porque lo que más deseaban era una cama mullida y sábanas limpias. Su deseo fue cumplido con creces aunque Lourdes antes del atardecer acabó su siesta reparadora y deambuló por el jardín, un jardín que la cautivó. Flores y plantas de diferentes alturas, colores, texturas y fragancias que se unían para conjurar un encantamiento a los sentidos. Sentada en un banco de piedra, el murmullo del agua de la fuente la adormiló. Se despertó desconcertada cuando alguien le tocó suavemente el hombro.
_Lourdes, ¿por qué se levantó? Debería descansar. Les esperan jornadas durísimas._Clara la observaba preocupada. Estaba muy atractiva en un vestido amarillo y con el cabello oscuro recogido.
_Estoy un poco inquieta.Además necesitaba saborear la paz que encuentro en este jardín, rodeada de tanto color.¿Cómo se llaman esas flores naranja que se asoman entre esa manta de hojas de un verde tan brillante?_le señaló un cantero que se extendía a lo largo de la pared que tenían enfrente de ellas.
_Clivia, se parecen a los lirios ¿no le parece?
_Sí, es verdad. Mi abuela adoraría las clivias, le gustan los colores fuertes, llamativos.
_¿Extraña a su abuela?
_Muchísimo.
_La comprendo. Estar alejada de las personas que se ama es terrible.
_Lo dice por Francisco. Lamento ponerla triste.
_No se aflija, Francisco está dentro mío. Fue y es el amor de mi vida, no creo que alguien pueda reemplazarlo. El día que me enteré de su muerte pensé que yo también moriría, y sin embargo acá me tiene. La vida continúa pero para mí ya nada tiene sentido. Todos nuestros planes fueron destrozados por una lucha nefasta. A lo mejor le parezco egoísta, pero poco me interesa el bien de la Patria si me quitan al hombre que amo_Clara se expresaba serenamente, sin esconder su profundo dolor y desilusión.
_Lo que dice es una gran verdad.Los hombres luchan, se matan entre sí en pos de una Patria libre sin darse cuenta que lo único que generan es más violencia y un tremendo desasosiego en sus mujeres que quedan viudas y desprotegidas.
_Y no se olvide de las madres que ofrecieron sus hijos, muchachos aguerridos y vitales...y ¿que se les devolvió?... ¡cadáveres!
_Que nos traerá esta guerra civil, de hermanos.... ¿acaso la paz?
_Recemos para que se calmen las aguas Lourdes. Le confieso algo, la envidio.
_A mí,¿por qué?_Lourdes se acercó a Clara a modo de confidencia.
_Porque usted tuvo las agallas para jugarse por el hombre que ama. Abandonó afectos, seguridad y comodidades para seguirlo a pesar del peligro que los asedia a cada paso. Yo no lo hice. Me quedé esperándolo encerrada en mi angustia.¡Fui una cobarde!  
_Clara, Lorenza me contó que él la amaba profundamente pero que temía por usted. Lo perseguían para ahorcarlo y él no quería para usted una vida de fugitiva. Francisco le prometió que volvería a buscarla cuando...
_Ese cuando nunca se produjo. Fran ya no está y yo sigo llorándolo. En cambio usted le hace frente al peligro. Me hubiese gustado ser como usted, Lourdes...
El sol del atardecer las envolvió en un abrazo tibio de comprensión y consuelo. Juntas fueron al comedor. Rafael y Clemente, el padre de Clara, saboreaban unos ricos pastelitos de membrillo acompañados por unos mates amargos que un simpático negrito de unos doce años, les cebaba con diligencia. Ellos conversaban animadamente sobre la precaria situación política del país.Al verlas llegar les sonrieron y continuaron enredados en la discusión.
Hartas de las diferencias entre federales y unitarios, se retiraron a una coqueta salita contigua al comedor.
Clara, de un cajón de una cómoda de roble repujado extrajo un libro lujosamente encuadernado.Ante la mirada curiosa de Lourdes, por primera vez Clara rió de buena gana.
_”Experimentos”, de Catalina Sforza. Este ejemplar me lo trajo de contrabando uno de mis primos. Acá encontramos recetas de cosmética y perfumería, escritos sobre maquillaje....Es una joya para cualquier mujer. 
_¿Quién es Catalina Sforza?_Lourdes estaba encantada con el tema.
_¡Uy! Catalina fue una de las damas más famosas de su época,allá por el 1480. Se la acusó de estar implicada en el asesinato de su marido. Ella, entonces, se acuarteló en su castillo para enfrentar el ataque de los aliados de su esposo quienes habían capturado a sus hijos y amenazaban matarlos si ella no se rendía. Cuenta la leyenda que Catalina desde la muralla del castillo se levantó la falda y señalando su vulva pronunció:”Tengo el instrumento para hacer otros”. Con ese gesto sorprendió a los asaltantes que levantaron el asedio.
_¡Qué historia fascinante! Así que además de defender como una leona sus posesiones y su verdad,fue escritora.
_Era muy hermosa y de sangre caliente.¡Tuvo muchísimos amantes!_Clara lo contó sonrojada pero divertida.
_¿Qué secretos esconde ese libro?_Lourdes estaba interesadísima y Clara disfrutaba transmitiéndole la información que poseía sobre maquillajes y perfumes.
Clara comenzó a hojear el libro y se detuvo en un párrafo.
_”El ideal de belleza consiste en tener un cuerpo de formas muy curvadas,la frente alta y despejada, sin apenas cejas y la piel blanquecina. Sinónimo de buen gusto es tener el cabello rubio”, según Catalina usted tiene buen gusto Lourdes. Su cabello es magnífico_ambas rieron como chiquillas desprejuiciadas.
_Sigo...Escuche lo que hacen las mujeres venecianas para tener el cabello dorado,”para conseguirlo se debe teñir el pelo con lociones compuestas de flores de azafrán y sulfuro.Luego sentarse bajo el sol cálido del verano para fijar la tintura”.
_¡Qué sacrificio!..¿.Menciona algo referido a los perfumes?
_”Es recomendable hacer uso de extractos de almizcle, sándalo y mirra para encender la pasión en el juego amoroso. Para las románticas se recomienda aceites esenciales de jazmín, rosa, lavanda y violeta”.
Con un suspiro, Clara cerró de un golpe el libro.
_Gracias Lourdes por esta tarde maravillosa. Hace tiempo que no comparto con una amiga mis sentimientos...y mis secretos de belleza_Clara volvió a reír.
_Me gusta verla sonreír. Si me permite un consejo...no se encierre en su dolor. Deje que la vida, que es generosa,la sorprenda regalándole la sabiduría para entender el por qué de los acontecimientos y quizá...un nuevo amor.
Clara se secó con premura las lágrimas que se le escaparon.Entusiasmadas continuaron leyendo los secretos de Catalina hasta la hora de la cena.
Cuando se despidieron, Lourdes y Clara se consideraban amigas íntimas porque a pesar del poco tiempo que compartieron, las dos estaban unidas por amar a hombres valientes, fogosos y fieles.
Sinsacate, al norte de Córdoba, era su próximo destino. Cabalgaron serenos. Su estancia en la casa de los Oliva los había relajado, insuflándoles optimismo.
Lourdes todavía no se animaba a confesarle su embarazo a Rafael. Temía que la dejara con una de las familias conocidas pensando que el sacrificado viaje podría perjudicar a la criatura.Mejor era seguir callando. 
Por el “Camino Real”, que llevaba al Alto Perú, llegaron por Sinsacate sin inconvenientes.
_¿Ves esa capilla, Lourdes?..a la izquierda de la plaza, ¿la ves? Ahí velaron a Facundo Quiroga.
Lourdes permaneció en silencio. Estaba agotada, tenía naúseas y el calor la agobiaba.”Agua fría, helada”, se repetía deseosa de alcanzar la casa de maría Teresa, la hermana de Lorenza que vivía en Tulumba.
Agradeció al Cielo la brisa fresca que de repente se levantó.
Tomaron por un bosque de algarrobos, quebrachos y talas. Las breas florecidas le imprimían color al paisaje que los saludaba en todo su esplendor.
Rafael al notar el decaimiento de Lourdes, le señaló el pueblo que se divisaba frente a ellos entre unas pequeñas sierras que cortaban la llanura que hasta entonces habían recorrido.
_Amor, ahí está Tulumba. Falta poco.
“Dios mío, quiero llegar, mis fuerzas se acaban”, pensó.
Las campanas de la iglesia los recibieron dando el angelus. Por las estrechas callecitas se dirigieron al norte del pueblo, según les había indicado Lorenza, tratando de localizar un paredón encalado con un portón de rejas en forma de arco.
No tardaron en ubicarlo. Ni bien desmontaron un negro corpulento de franca sonrisa que mostraba sus grandes dientes blancos los recibió al tiempo que se llevó a Moro y a las dos yeguas para refrescarlas. Mientras tanto una mulata regordeta, vestido con colores estridentes los guió a la sala. María Teresa se mostró encantada de hospedarlos.
_Me alegra que estén entre nosotros. Pero no quiero ser cargosa dándoles charla. Se los ve muy cansados, especialmente vos, muchacha.Los acompaño a su cuarto. ¡Lucila! preparales una colación y calentá agua para que se den un baño.¿Están de acuerdo?
_Muchas gracias, doña María Teresa, es usted muy amable_Rafael estaba impresionado con esa mujer activa y dicharachera.
_La verdad es que estoy destruida. Sueño con una cama y una frasca de agua bien pero bien fría.
_Sí, niña todo eso estará a tu disposición. ¿Me siguen?
Atravesaron una galería elogiando los frisos de cerámica brillante que adornaban sus paredes.
La habitación era amplia y luminosa. Los árboles frutales que rodeaban la casa la perfumaban con un aroma dulzón. Desde allí se escuchaba con claridad el murmullo de las aguas del arroyo que corría a uno  metros de la propiedad y que atravesaba el pueblo.”Espero que estén cómodos”, y con esas palabras los dejó.
_Estás muy silenciosa Lourdes, ¿qué te pasa? No me digas “nada” porque te conozco y sé que algo anda mal.
_Estoy embarazada_se lo dijo abruptamente, sin rodeos.
_Pero...pero...¿de cuánto tiempo?_Rafael lo sospechaba y en ese momento no sabia si enojarse o tomarla entre sus brazos y asfixiarlo con sus besos.
_Tres meses. No quise decírtelo por temor a que me dejaras por lo riesgoso del viaje.
_¿Estás loca?¿cómo iba a hacer semejante cosa? Dejarte con mi hijo...nunca. Mi amor que feliz me haces...
_¿En serio Rafa?¿no estás enojado por ocultártelo?
_Un poquito...sí. Ahora que llevás a nuestro hijo tengo que cuidarte mucho más. El viaje va a ser más lento.
_No, Rafa, sigamos como lo planeamos. Si me siento mal prometo avisarte enseguida. Hasta no llegar a Bolivia la sombra de Cuitiño va a estar siempre amenazándonos.
_Lo importante es que estés tranquila por el bien del niño….o niña. Nadie les hará daño.
Ni el calor, ni la fatiga ni el malestar de Lourdes pudieron contra la pasión que se desató entre ellos.
Una nueva esperanza germinaba dentro de Lourdes, fruto de un amor acrisolado, cargado de ilusiones y sueños de libertad.
Con María Teresa y Froilán, su marido, pasaron más días de lo previsto. Rafael quería que su mujer recuperara fuerzas . Ella protestó pero Rafael se mantuvo firme en su decisión.
Su estadía en Tulumba fue un oasis que les deparó una dosis de placer en medio de tantas preocupaciones y temores.
María Teresa, enterada del embarazo, atiborró a Lourdes de quesillos de cabra endulzados con miel de caña. Se empecinó en engordar a la joven. ”Sos puro huesos, criatura. ¿De qué se va a alimentar tu hijo? Comé, comé”. El color volvió a las mejillas de Lourdes y hasta las molestas naúseas matutinas fueron desapareciendo.
Rafael, por su parte, casi todas las mañanas, luego de un suculento desayuno, salía con Froilán a cazar. Retornaban antes del mediodía orgullosos con sus presas.
El guiso de liebre enloquecía a Lourdes y Rafael aprovechó la ocasión para darles caza y traérselas a la cocinera que se esmeraba en cocinarlas junto a una nutritiva variedad de hortalizas.
Lamentablemente la tregua concluyó y agradecidos se despidieron del matrimonio que tan generosamente los acogió.





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