Novelas en capítulos y cuentos cortos

viernes, 1 de julio de 2016

ALAS PARA UNA ILUSION, Cap 22

"El verdadero paraíso no está en el cielo, sino sobre la boca de la mujer amada".  T. Gautier



Su ojo crítico le susurraba que la imagen de mujer que le devolvía el espejo causaba estupor. ¿Realmente era ella? Pasó lentamente sus blancas manos sobre el vestido que la envolvía con reverencia. El contacto con la seda negra ,suave y fría, la estremeció.
Se detuvo en sus pechos turgentes a punto de desbordar por el escote profundo e insinuante. Se sonrojó al pensar en Renzo, ¿le gustaría o se escandalizaría? Ella sabía la respuesta: se volvería loco. Podría ser inocente, pero no tonta. Ella sabía como actuar para despertar la lujuria del muchacho, le encantaba sentirse observada por esos ojos lascivos, le encantaba el fuego que la incineraba cuando él la acariciaba y besaba.
"¿Me he vuelto una depravada?", se escandalizó, pero fue por un breve instante.
"Si así se siente cuando se es depravada, amo serlo", y con descaro le sonrió a la imagen del espejo.
Continuó con la inspección erótica deslizando sus manos por las curvas de su cuerpo, curvas que él recorrió con atrevimiento. Las apoyó en el punto de solaz que descubrió junto a él.  Presionó, primero con suavidad, luego con urgencia, así, como él lo había hecho. Lava líquida cubrió su cuerpo núbil. "¡Renzo!", gritó.
Al llegar al orgasmo se ruborizó como la grana. "Me avergüenza reconocerlo, pero ¡como lo deseo!".
Unos golpecitos insistentes la volvieron a la realidad. Rápidamente trató de cubrir su sonrojo con polvo, se arregló el cabello tratando de domar inútilmente sus rulos rebeldes y abrió la puerta que había cerrado con llave.
_ ¿Estás lista? Ana y Renzo te esperan _ Lina entró al dormitorio como un vendaval
_ ¡Lupe, estás hermosa! _ la elogíó encandilada por la belleza de la hermana _ Aunque me parece que has exagerado con el rubor.
Lupe corrió al espejo. "Humm, no es rubor, si supieras chiquilla...", se sonrió con malicia.
Cuando Renzo la vio aparecer casi se le cae el vaso de whisky que estaba bebiendo. "Muero por hacerla mía".
_ ¡Querida, estás deslumbrante! _ Ana se acercó a ella y discretamente cubrió la rosada piel que dejaba en evidencia el insolente escote con una capita de piel de zorro.
_ ¡Ana!_ se maravilló acariciando extasiada el inesperado regalo.
_ Y tú, deja de mirarla embobado y salgan de una buena vez. El chofer los está esperando y, Renzo, cuídala.
_ Con mi vida _ respondió sin quitar la vista de la mujer soñada.
_ El mismo exagerado de siempre _ rió Ana y Lupe compartió la broma. Sin embargo, Ana lo tomó del brazo apartándolo de Lupe y al oído le recalcó.
_ No bebas demasiado, compórtate, no la asustes.
_ Madre, confía en mí _ respondió con seriedad.
"No te imaginas cuánto deseo confiar en ti, hijo...pero no puedo, no puedo. Y a ella se la ve tan feliz, ¡Señor protégela!, que el amor de Lupe redima a este díscolo hijo mío", rezó angustiada Ana al verlos partir.
Un escalofrío la recorrió de pronto. Se arrebujó en el exquisito abrigo.
_ ¿Tienes frío? _ aprovechó la situación para abrazarla. Su fragancia a lilas lo enardecía. _ Hueles a primavera.
_ Es otoño, Renzo _ sonrió disfrutando de su cercanía.
_ Tú eres una eterna primavera, la primavera que resucita en mi sentimientos que creía muertos _ y sin poder contenerse más atrapó los labios de la joven, húmedos, incitantes. El beso comenzó suave, volviéndose deseperado. La lengua de él la asaltó con violencia. La pasión los consumía.
La voz del chofer los detuvo.
_ Llegamos señor _ carraspeó.
Lupe, inhibida, sonrió con timidez alejándose del calor de Renzo. El bajó primero y con caballerosidad la ayudó a descender del auto.
El rocío de la noche fue un bendito bálsamo que disminuyó sin sofocar el fuego que ardía en ellos.
_ Corrientes, "la calle que nunca duerme" te da la bienvenida _ le presentó la vida nocturna haciéndola girar entre sus brazos.
Corros de luces, como traviesas luciérnagas, iluminaban impertinentes un mundo nuevo y misterioso para Lupe.
_ Entremos _ la invitó con gentileza.
El famoso cabaret "Tabaris", con su fachada vidriada y sus columnas con influencia "art decó", enmudecieron a Lupe. "¡Cuánto lujo!", pensó asombrada.
Allí no tenían cabida "los compadritos", sólo los snobs y "niños bien", sin embargo, este cabaret era un baluarte del tango, donde su música se interpretaba y bailaba.
Un mozo, con elegancia, los condujo hasta la mesa que tenían reservada muy cerca de la pista de baile.
La magia del lugar impactó a Lupe que lo observaba todo embelesada. Renzó disfutaba ver el arrobo de la joven, él sería el maestro que la introduciría en las delicias de la vida.
Unas cuantas parejas danzaban un tango ejecutando movimientos eróticos que aceleraron el pulso de la muchacha. Desvió la mirada hacia el mozo que se acercaba a ellos con un carrito que contenía dos copas y una botella de champagne sumergida en un balde de plata repleto de hielo.
_ Brindemos mi amor _ la voz rasposa por la excitación. ¿Qué poder tenía esa mujer, aún niña, sobre él, un hombre experimentado? Renzo no se lo explicaba.
Retraída tomo la copa que con una sonrisa traviesa le alcanzaba Renzo.
_ Las burbujas me hacen cosquillas, nunca me acostumbraré a esa extraña sensación _ la risa cantarina de ella aceleró sus palpitaciones despertando sus instintos salvajes. El era "el Lobo", aunque su madre y la pacata sociedad intentaran domesticarlo.
"Debo tranquilizarme, pronto me pertenecerá y nadie me estorbará con patéticos moralismos", se convenció.
_ ¿Bailamos?
Ella aceptó gustosa. Durante muchas tardes, Lina y ella, habían ensayado osados enlaces y giros atrevidos, mientras en el gramófono sonaba la voz de Carlitos Gardel cantando "A media luz".
La misma letra, distinto cantor, pero iguales sentimientos los abrazaba en una danza de bajos instintos.
" Y todo a media luz, que es un brujo el amor
  A media luz los besos, a media luz los dos
  Y todo a media luz, crepúsculo interior,
  Que suave terciopelo la media luz de amor..."
Lupe era arcilla dúctil en las manos diestras de Renzo. El la moldeaba a su placer y ella lo permitía fascinada.
Al volver a la mesa, él la sorprendió aún más. Colocó entre sus manos una cajita de terciopelo rojo.
_ Abrelo _ la conminó, aunque la amenaza sonó tierna en Lupe.
Un magnífico anillo de oro con un diamante engarzado le cortó la respiración. "¿Esto significa lo que pienso?", suspiró esperanzada.
_ ¡Cásate conmigo!_ no fue una pregunta, fue una orden.
Ella no lo pensó, no lo meditó.
_ Sí querido. Es mi mayor deseo compartir mi vida contigo _ quiso llorar, pero se contuvo, sabía que Renzo odiaba las lágrimas, la debilidad.
_ Esa respuesta esperaba de ti, mi hechicera. Nunca hubiese aceptado un "no", lo que me propongo siempre lo consigo, quiero que lo sepas Lupe, ese siempre ha sido mi lema.
Ella, en su inocencia, no supo leer el mensaje que esas palabras escondían. Ella sólo lo amaba.



martes, 28 de junio de 2016

ALAS PARA UNA ILUSION, Cap 21

"El alma tiene ilusiones, como el pájaro alas. Eso es lo que la sostiene".  Victor Hugo



La tarde siguiente a la fiesta de cumpleaños, Ana se encerró en la biblioteca con Renzo. Le preocupaba la decisión de Lupe, ella suponía que Arturo sería el elegido, lo veía más adecuado a la de la muchacha, además confiaba más en los cambios de conducta de su hijo menor que en los del mayor.
_ Madre, ¿cuál es el problema ahora? _ dijo reacio a una nueva confrontación.
_ ¿Problema?, ninguno, ninguno. Sólo deseo saber que ha sucedido entre tú y Lupe.
_ Bien lo sabes, te he visto conversando con ella _ comenzó a exasperarse.
_ Sé su versión romántica, plagada de ilusiones...ahora quiero saber la tuya _ lo atravesó con la mirada.
_ Te lo dije una vez y vuelvo a repetírtelo, la quiero_ expresó con determinación.
_ Me alegra escucharte tan firme y convencido. Ella se merece ser feliz y no voy a tolerar que la hagas sufrir. En estos años he comprobado con agradable sorpresa como has cambiado, ya no apuestas, no vuelves a casa ebrio por las noches, eres gentil y simpático, no sólo con Lupe y conmigo, sino con Lina y hasta con el personal doméstico. Todo un logro.
_ También me esfuerzo en ser eficiente en el manejo de los negocios de la familia, ¿acaso no te lo ha mencionado don Cosme?_ "maldito viejo entrometido", pensó para sí.
_ Claro, claro, me lo ha dicho, y muy emocionado ante tu cambio y el de tu hermano. Renzo, dime la verdad, ¿ha quedado atrás "el Lobo"? _ la voz de Ana se tornó dura, áspera.
El se paralizó ante la inesperada pregunta. ¿Cómo sabía su madre?...¿Cuánto sabía de su vida nocturna?
Ana se perturbó cuando Renzo clavó en ella sus ojos de un azul frío como el acero, pero supo disimular el estremecimiento que le recorrió por el cuerpo.
_ ¿Me vigilas, madre? _ preguntó con sorna, dibujando en su rostro una sonrisa ladeada.
_ Sí _ una respuesta simple y directa.
Una carcajada siniestra cortó con su filo el ambiente denso que se había creado entre ellos.
"¡Dios mío!, ¿en quién se ha transformado mi hijo?", meditó abatida.
Renzo cual experto camaleón, cambió de actitud al instante. "No me conviene el enfrentamiento, menos cuando he logrado mi objetivo: Lupe".
Artero, suavizó la mirada y la sonrisa. Se acercó a su madre y la abrazó besándola en la frente.
_ No quiero que te angusties mamá. "El Lobo" del arrabal ya no existe, hace tiempo que murió. Mi único deseo es ser feliz junto a Lupe. Ella es el ancla que necesita mi espíritu aventurero.
Ana sintió que se liberaba de un gran peso.
_ Me alegran tus palabras, hijo mío. Te quiero _ se aferró a él con fuerza anhelando la sinceridad del joven.
Lupe, al margen del intenso diálogo que se estaba viviendo en la biblioteca, escribía una sentida carta a su entrañable amiga, la hermana Elisa. Hacía ya dos años que había abandonado el orfanato Riglos tras un sueño: ser misionera en las provincias pobres del norte argentino. La congregación la envió a la selva chaqueña, a una pequeña comunidad de indios, "los wichis".
Las últimas noticias de Elisa, expresaban su gran entusiasmo:
"¡Ay Lupe!, mi corazón está alborozado. Hay tanto por hacer entre esta gente. Muchos llegan al aborigen con buenas y sinceras intenciones, el problema es que muchos llegan con algo completamente armado porque creen que los indios, como todos los pobres, no saben, no entienden, no sienten. Muchos suponen que no son personas.
Ser persona, Lupe, requiere reconocer al otro, no como carente o marginado, sino simplemente como otro, con tus mismas necesidades afectivas y materiales. Esa es mi meta, que me consideren una más entre ellos, capaz de ayudarlos respetando sus creencias y tradiciones; sin imponer mi postura cultural. Confío que voy por buen camino..."
Con las palabras de Elisa resonando en su memoria, Lupe tomó una hoja de papel y comenzó a volcar en ella la felicidad que le henchía el alma:
"Querida hermana Elisa:

Hoy puedo revelarte el secreto que por años he guardado bajo llave en mi corazón. Amo a Renzo y él me corresponde. Me lo dejó en claro el día de mi cumpleaños. 
Sí, ya sé lo que estarás pensando, que siempre ha sido un desconsiderado con Lina y conmigo, que desde un principio le ha hecho la guerra a Ana por protegernos y darnos su cariño. Pero ha cambiado, Elisa. Ya no se comporta de forma antipática y agresiva, todo lo contrario, es gentil y generoso. Y lo que más me gusta de él es su sentido del humor, siempre alegre contagiándome su risa franca. Le encanta silbar, sé cuando llega a casa cuando escucho la melodía de algún tango...¡es él!, me digo y mi corazón vuela.
¡Soy tan feliz!
Sólo los sentimientos de Arturo ensombrecen esta felicidad. El también me declaró su amor, me odié por tener que rechazarlo, pero mi amor le pertenece a Renzo. ¡Ojalá me haya comprendido y perdonado!
Lina está enojada conmigo, ella hubiera deseado que aceptara a Arturo. No quiere a Renzo, no se fía de él. La comprendo, nos hizo sufrir mucho y le temíamos mucho también...si hasta lo llamábamos "el dragón maldito". Pero él ha cambiado, estoy segura y lo amo tanto...
Tengo otra novedad: recibí carta de Pecas. ¡Se casó!. Lo hizo con un compañero del trabajo de la fábrica de galletitas. La celebración, a pesar de ser pequeña estuvo impregnada de gozo y bienaventuranza. Ella estaba radiante y a él se lo veía pendiente de hasta el más mínimo deseo de su flamante esposa. Me alegro por Pecas, mi querida Pecas...¡cuántos recuerdos! Pero ya pasó el tiempo de la tristeza y del abandono, ¿verdad Elisa?, ahora se abre ante nosotras el telón de una nueva vida donde el protagonista es el amor.
No dejes de escribirme, me encanta recibir noticias tuyas. Sabes que te he considerado como el ángel guardián que siempre veló por nosotras, dos pobres huérfanas aterradas. Mi ángel, mi maestra, mi segunda madre...Gracias a ti hice realidad mi sueño más preciado, tocar el violín. Cada vez que estoy interpretando una composición, ya sea en el Colón como en esta casa rodeada de invitados, cierro los ojos y veo tu semblante sereno y amoroso dándome ánimo, estimulándome a dar lo mejor.
Nunca dejaré de agradecer al Cielo el haberte puesto en mi camino y en el de Lina.
Con cariño inmenso, Lupe".