Novelas en capítulos y cuentos cortos

jueves, 20 de abril de 2017

UN NUEVO AMANECER, Cap.19

"¿No estás de acuerdo en que hasta la venganza más terrible empieza con una simple pregunta?".
John Katzenbach

Esa noche, en su dormitorio, Lourdes dormitaba y revivía cada caricia furtiva, cada beso, cada mirada compartida...revivía a su Rafael. Luego se sentó frente al espejo y comenzó a peinar sus rizos, tan rebeldes como siempre. Sin embargo, en esta ocasión no renegaba, al contrario, tarareaba una dulce canción de amor, una romanza que interpretaban los juglares en su paso por los castillos medievales, una canción que su abuela le había enseñado cuando era niña.
_"Quiero dormir y no puedo...Que el amor me quita el sueño" _ repetía Lourdes sonriendo al espejo.
Unos suaves toquecitos a su puerta detuvieron la melodía.
_ Lourdes, ¿puedo pasar? _ la voz de Mercedes sonaba alegre, esperanzada.
_ Por supuesto abuelita, pase, pase _ Lourdes dejó el cepillo  sobre el tocador y abrazó a su abuela que la miraba sorprendida.
_ ¡Cuánto me alegra querida que rías, que cantes! La visita de Rafael es prometedora. ¿Has oído como me llamó durante la cena?
_ "Doña Mechu", la llamó doña Mechu como él acostumbraba hacerlo. ¡Está empezando a recordar, abuela! _ celebró entusiasmada.
_ ¿Se puede? _ Tina asomó la cabeza por la puerta.
_ Claro Tina, pasa _ Mercedes la invitó a sentarse junto a ellas en la cama.
_ Lourdes, doña Mercedes, me parece un sueño lo que sucedió hoy. Rafael sentado a la mesa con nosotras, ¡un milagro!. Y los niños, ¿notaron cómo disfrutaron de la compañía de su padre? Siento que vuelvo a la vida.
_ ¡Ay Tina!, creo que Rafa empezó a recordar. Hoy, cuando lo despedí en el zaguán, me miró de la misma manera que lo hacía cuando me amaba...
_ No digas "cuando me amaba", él te ama Lourdes, nunca dejó de amarte. Su mente es como un cielo encapotado; los oscuros nubarrones ahogan al sol, pero poco a poco, el cielo se despejará y el sol brillará nuevamente _ la alentó Mercedes.
_ Todas las noches le enciendo una vela a la Virgen de Luján. Ella mejor que nadie comprende el dolor de una madre. Ella nos devolverá a Rafael _ exclamó optimista Tina.
Las tres se abrazaron ilusionadas. El futuro les sonreía.

Rafael llegó a su casa radiante, con la imagen de Lourdes impregnada en todos sus sentidos. Por eso cuando se encontró con el ceño fruncido de Amelia, se turbó.
_ ¿Dónde has estado? Los nervios me han consumido _ el mal talante de la mujer le molestó.
_ En la casa de los Aguirrezabala. Sabías que estaba con Lourdes, no veo por qué tanta preocupación _ contestó alterado. "¿Qué derecho tiene para controlarme?", pensó irritado.
_ Ya conoces a Amelia, Bautista. Vive pendiente de ti, teme por tu seguridad _ intervino Imanol interrumpiendo la lectura del periódico.
_ ¿Seguridad? _ se extrañó.
_ Querido, ya es muy tarde y las calles están llenas de delincuentes. ¿Acaso no te has enterado de ese loco que asesina niños? Tú eres periodista, debes haberte enterado _ Amelia se acercó a Rafael fingiendo docilidad cuando en realidad quería retorcerle el cuello. Tomó su sombrero y lo ayudó a quitarse el gabán.
_ No soy un niño Amelia, sé cuidarme. Y sí, estoy enterado de las felonías de ese animal. Precisamente ayer, en la redacción me encargaron que escriba un artículo sobre el caso. Mañana tengo una entrevista con el jefe de policía para que me asesore _ Rafael se sentó en un sillon junto a Imanol y aceptó gustoso una copa de cognac.
_ Has dicho bien Bautista. Ese demente no es un hombre, es un animal. ¿Qué bajos instintos llevan a una persona a cometer semejante infamia con esas inocentes criaturas? ¡Incomprensible! _ comentó escandalizado Imanol mientras encendía un cigarro y se acercaba a la ventana que daba al jardín. La noche estaba estrellada y él disfrutó de la brisa fresca que rozó su rostro. "Excelente noche para salir de cacería", sonrió bajo las volutas de humo que dibujaba concentrado en sus siniestros planes.
_ Por favor, terminemos con el tema, es espeluznante. ¿Quieres un café Bautista? Candelaria lo tiene preparado _ dijo zalamera, no podía permitir que Rafael se enfadara...debía amarla, ¡sólo a ella!
_ No, gracias. Estoy muy cansado. Me retiro. Buenas noches _ se despidió de Amelia con una simple y convencional reverencia y palmeó la espalda de Imanol  antes de encerrarse en su dormitorio.
_ Bautista no nos has contado como estuvo la cena en casa de Lourdes _ la voz grave de Imanol detuvo sus pasos.
Rafael dio media vuelta y lo enfrentó sonriente.
_ Perfecto. Es una familia cálida y divertida. Me sentí muy cómodo _  a Amelia, las palabras de Rafael le provocaron náuseas.
_ Es verdad, doña Mercedes es una estupenda anfitriona. En las diferentes ocasiones en que las he visitado ha sido sumamente atenta, al igual que su hermosa nieta _ Imanol vio como Rafael perdía la sonrisa ante su comentario _ ¿Has visto a los niños? _ dijo de forma distraída mientras hojeaba un libro de la frondosa biblioteca.
_ Por supuesto, cenaron con nosotros. Son adorables _ afirmó recordando la picardía de Alba y la solemnidad de Miguelito.
_ El niño es muy maduro. Miguel creo que se llama. ¿Cuántos años tiene? _ se interesó Imanol
_ Siete años, es todo un hombrecito. Al principio fue huraño, pero luego supe ganarme su confianza. Lo invité a la redacción y eso lo entusiasmó _ sonrió al recordar la carita de asombro ante su sugerencia _ Lourdes me comentó que le encanta leer y escribir _ agregó.
_ ¡Que interesante! _ exclamó Imanol cerrando de golpe el libro
_ Seguro que esa tal Lourdes está a la caza de un nuevo marido _ murmuró Amelia sin poder ocultar el veneno que le corroía los huesos.
"Esa zorra, con sus maneras dulces y su sonrisa ladina, busca embaucarlo, atraparlo en su red de seducción. Lo lamento querida Lourdes, no tendrás éxito. ¡Bautista será mío! ¡Nunca recuperará la memoria! ¡Nunca!".
_ Estás equivocada Amelia. Ni Lourdes busca un marido, ni yo soy una presa de caza _ las reacciones posesivas de Amelia estaban hartando Rafael. Ya era hora de buscar otra casa donde hospedarse, la convivencia con los primos de Joaquín había empezado a incomodarlo.
_ Perdona, ha sido sólo una chanza _ se rió Amelia tratando de resolver la situación embarazosa que ella misma había creado a causa de sus celos.
_ No me pareció gracioso en absoluto y si ahora me perdonan..._ tratando de alejarse lo más pronto posible de los hermanos casi se lleva por delante a Candelaria. La negra traía una bandeja con tacitas de porcelana y una cafetera de cobre.
_ ¡Epa!¡Señor Bautista!, ¿dónde va con tanto apuro? ¿Y el café? Mire que está como a usté le gusta, bien calientito y dulce.
_ Gracias Cande, pero esta noche no me apetece. Mañana en el desayuno prometo tomar una gran taza de tu inigualable café _ y para sorpresa de la negra, Rafael le dio un beso en la mejilla.
_ ¡Salga de acá lisonjero! _ se rió maravillada viéndolo desaparecer por el corredor que daba a los dormitorios.
_ ¿Vas a quedarte ahí parada toda la noche? ¡Negra torpe, sírvenos de una buena vez!_  se exasperó Amelia.
Más tarde, ya solos, Amelia, completamente enervada, comenzó a llorar.
_ ¡Amelia!, basta de llanto. No lo soporto _ explotó Imanol aplastando con furia el cigarro en un cenicero de plata.
_ Soy yo la que no soporta la manera en que se están acercando esos dos. Imanol, prometiste que Bautista sería mío, sin embargo ...
_ Sin embargo, ¡nada! Debes ser paciente. El té de cinchona y quinina que le suministramos después del almuerzo y la cena está surtiendo efecto. El proceso es lento, pero efectivo. Lourdes quedará atrapada en las tinieblas y tú, hermanita serás la luz de nuestro Bautista. ¿Candelaria no sospecha, verdad? Esa negra es muy ladina, parece estar espiando siempre _ en su última salida nocturna, Imanol la sorprendió observándolo desde la ventana de la sala. Lo miró fijamente sin amedrentarse, desafiándolo.
_ ¡Que va a sospechar esa negra ignorante! Le di la mezcla de hierbas y le indiqué como prepararlas. Le dije que era un té beneficioso para recuperar la memoria que tú habías traído de Inglaterra. Me miró como una estúpida y asintió _ Amelia, más calmada, tomó un sorbo de agua del vaso que su hermano le sirvió de una jarra de cristal.
_ Debemos estar atentos Amelia, esa negra no es estúpida, todo lo contrario. ¡Vigílala más!_ la previno sin perder la serenidad. A Imanol nada lo alteraba, sólo la presencia de su padre, el Duque de Nájera.
_ Imanol, casi olvidaba...hoy recibí una carta de nuestro padre _ expresó con fingida ingenuidad.
_ ¡Maldito sea!, ¿otra?, ¿y ahora qué quiere? _ masculló frenando cientos de insultos hacia el hombre que siempre lo despreció.
_ Nada importante. Ha suspendido el viaje al Río de La Plata _ insidiosa, rozó la pechera de la camisa de Imanol con la carta. Disfrutaba haciéndolo sufrir, sólo ella conocía el talón de Aquiles de su hermano.
_ ¿Por qué? _ una súbita taquicardía aceleró los latidos de su corazón. "El viejo no viene, ¡no viene!"
_ La bendita gota lo ha atacado nuevamente. En su carta te pide que suspendas la compra de terrenos, ha desistido en su deseo de radicarse en América. Y...
_ ¿Qué más? _ Imanol no podía creer en su buena suerte. Por fin se había liberado de esa mierda castradora.
_ Te sugiere _ remarcó con ironía _ que permanezcas en estas tierras durante un tiempo más sin olvidar la honorabilidad de nuestro apellido.
"El viejo ruin está feliz sin mi. Cuanto más lejos esté, más tranquilo está. Si supiera de mis recientes investigaciones reventaría como un sapo. Muero por que se entere. Le escribiré contándoselas, deteniéndome en cada macabro detalle. Lo odio, lo odio por excluirme. Estoy lleno de odio y me encanta".
Imanol estalló en caracajadas desorientando a Amelia.
_ ¿De qué te ríes?
_ De las sorpresas de la vida. Brindo por eso _ y de un solo trago vació su cuarta copa de cognac.
_ Me alegro que las novedades sean de tu agrado. Yo también tengo instrucciones de nuestro padre. En un corto plazo debo regresar a España, claro que lo haré con Bautista.
_ ¿Y que te hace creer que él querrá acompañarte? _ Imanol casi se atraganta con el cognac al escuchar a su hermana.
_ Tú
_ ¿Yo? ¿Cómo?
_ Le harás tomar unos de tus mágicos preparados, uno que le hará perder la conciencia y cuando la recupere ya estaremos en alta mar y yo metida en su cama. Al llegar a España le haré creer que estoy en estado de buena esperanza. Entonces él no me abandonará. Además para esa época ya se habrá olvidado de Lourdes gracias al té que toma todos los días y a mi infinito amor _ concluyó satisfecha.
_ Muy ingeniosa hermanita, veo que lo tienes todo perfectamente planeado _ " Que pena que yo no moveré ni un pelo por ayudarte, aunque por el momento no te lo diré. Bautista permanecerá conmigo".

 


























































































































































































































































































































































































martes, 18 de abril de 2017

FELIPA, EN CARNE VIVA Cap.17

"Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte.
¿Qué quieres que te diga además de que te amo, 
 si lo que quiero decirte es que te amo".
Fernando Pessoa

La ceremonia matrimonial fue breve, pero sumamente emotiva. Se realizó en la amplia sala de los Gómez Castañón. Abelarda, al mando de las cinco esclavas que se desempeñaban en la casa, se encargó de los arreglos florales. Enormes ramos de jacintos, rosas color té y peonias blancas engalanaron cada rincón. Una guirnalda de helechos, musgo y azahares, se desplegaba sobra la mesa que ofició de altar. Allí el padre Agustín unió a las parejas "hasta que la muerte los separe".
Al oír aquellas palabras, Felicitas sintió un gusto amargo en la boca, parecía una profecía lúgubre. "Señor que la maldita Parca tarde muchísimo en irrumpir en nuestras vidas", rezó apretando con fuerza el rosario de nácar que dormía en su mano. Al levantar la mirada, los ojos color caramelo de Darío entibiaron su corazón. "Todo saldrá bien querida, ni la mezquina muerte podré separarnos", el mensaje de la mirada de su marido le dio paz. "Te amo", los labios dibujaron la declaración en forma silenciosa mientras se acercaban para sellar el pacto con un beso dulce como la miel.
Rosario fijó su vista en el anillo que coronaba su dedo anular. Una alianza de oro con un pequeño diamante rodeado por dos rubíes. ¡Por fin era la mujer de Rubén!, y sin embargo experimentó un vacío que no supo comprender. Amaba a ese hombre, pero no debía engañarse, también le temía. Ese era el secreto que guardaba en su corazón, si lo hubiera revelado, su madre habría impedido el enlace. "¡No! todo saldrá bien...eso espero", pensó con angustia. Observó a su flamante marido y lo notó distante, frío. De repente la beso en los labios y el beso le resultó soso. Inspiró profundamente y sonrió, debía fingir felicidad.
_ ¡Un brindis por los recién casados! _  gritó Ildefonso contagiando su entusiasmo a los pocos invitados, amigos íntimos de la familia. Todos levantaron sus copas rebosantes de vino rojo exclamando deseos de bienaventuranza para los jóvenes.
_ ¡Hijitas! ¡Hijitas! _ Rosaura se acercó a las muchachas abrazándolas con amor y temor.
_ Mamita, tranquila, seremos felices...¡somos inmensamente felices!, ¿verdad Rori? _ aseveró Felicitas persiguiendo con sus ojos grises al hombre de sus sueños.
_ Claro, claro _ la apoyó Rosario aunque las dudas la asaltaban insidiosas. Quiso ir junto a Rubén, pero lo descubrió conversando animadamente con el abogado de su tío. Resolvió quedarse junto a su madre y esperar a que él la buscara.
Felipa lo observaba todo con sus enormes ojos azules anegados de lágrimas. Era feliz por sus amigas, pero su corazón estaba lejos, muy lejos...con Alejo. "¿Volveré a verte?", y ese pensamiento sombrío terminó por derrumbarla. Tomó coraje, se secó las lágrimas y corrió donde Felicitas y Rosario.
_ Les deseo lo mejor, ustedes se lo merecen.
_ Tú también mereces ser feliz, Pipa. Seguro que ese testarudo de Alejo aparece en cualquier momento. Si todos sabemos que no puede vivir sin ti _ trató de consolarla Felicitas.
_ Y hablando de Roma... _ remató con picardía Rosario al ver a su primo muy elegante asomándose en la recepción.
El corazón de Felipa pegó un brinco. Giró lentamente y lo vio entre los invitados. Sus miradas se cruzaron y un rayo cruzó sus almas. Y entonces, ya nada existió en torno a ellos, todos desaparecieron. Sólo eran él y ella.
Ildefonso carraspeó con nerviosismo al ser testigo del sorpresivo encuentro. No toleraba la relación entre su hijo menor y la esclava. La codiciaba con locura. Muchas veces, por las noches, un fuego voraz se encendía dentro de él volviéndolo cenizas, el fuego del deseo. "Disfruta de su cuerpo hijo mientras puedas, porque te juro que esa puta será mía", rumió malhumorado. Verla pasar a su lado con movimientos gráciles le provocó una erección que disimuló sentándose rápidamente detrás de la mesa de las confituras. La fragancia de Felipa lo enajenaba, despertaba sus más bajos instintos. Ahogó su rabia en una copa de jerez al verlos marcharse tomados de la mano. "Pronto, pronto, serás mía".
Los enamorados, ajenos a la rabia de Ildefonso, se perdieron en la noche estrellada, noche de luna llena.
No se dirigieron la palabra hasta llegar a su refugio, el galpón abandonado en las cercanías del río.
Alejo la tomó con desesperación, con apetito salvaje. Ella se entregó sin reparos, con ansias de ser devorada por esa pasión transgresora.
_ Alejo no vuelvas a dejarme, tu abandono me dejó en carne viva _ lloró mientras él la comía a besos.
_ Nunca más, te lo juro _ le dijo sin apartar los labios del cuello tibio de la joven.
Hasta la luna se sonrojó al presenciar la sensualidad y el erotismo de los malabares sexuales que desplegaban los amantes. Felipa y Alejo, perdidos en un mar de caricias infinitas, disfrutaban de su unión.
Yacieron sobre colchón de paja. Para ellos, precioso tálamo, y una vez saciados, continuaron tocándose, respirándose.
_ Perdón _ murmuró con vergüenza, arrepentido por haberla hecho sufrir _ Soy un egoísta. Perdón mi amor.
_ ¡Shh! Lo importante es que ahora estamos juntos. Te amo más que a mi propia vida Alejo. Jamás dudes de mi amor. Se me desgarra el alma cuando lo haces _ le dijo con la voz impregnada de tristeza.
El no respondió. La cubrió con su cuerpo y la pasión volvió a estallar.
En su habitación, Darío y Felicitas también disfrutaban de sus cuerpos.
_ Eres hermosa _ Estaban desnudos sobre la cama. Un dosel de tul los cobijaba. Darío pasaba una pluma de faisán sobre la tersa piel de su mujer. Ella, con los ojos cerrados disfrutaba del exótico masaje. La excitación se apoderó de ellos y ebrios de pasión se extraviaron uno en el otro.
En el dormitorio vecino Rosario respiraba aliviada. Rubén dormía profundamente. Las lágrimas corrían libremente por sus mejillas mojando la almohada de suave seda.
Una vez finalizado el banquete nupcial, Rubén la llevó a la habitación. La desnudó con rapidez, la tiró sobre la cama y sin contemplaciones, la desvirgó. Besos vacíos. Nada de caricias, nada de palabras románticas, sólo sexo...un sexo yermo.
_ Ahora duérmete _ le dijo con sequedad _ Mañana muy temprano parto para la estancia. Tengo unos asuntos que arreglar _ en realidad debía encontrarse con su amante que lo esperaba en un pueblo cercano a la zona del Retiro.
_ Te acompaño _ Rosario luchaba por no llorar, por no gritar de dolor.
_ No hace falta. Es mejor que te quedes a descansar. Estos últimos días han sido de mucho trajín. Cuando regrese prometo llevarte a Córdoba _ mintió _ Allí tenemos una casa entre las sierras. Estoy seguro que te gustará _ Rubén no soportaba a Rosario, apenas lo atraía. La orden de su padre retumbó en sus sentidos:
_Urge que te cases con Rosario. Con sus dos hijas atadas a nuestra familia Rosaura no me quitará su apoyo económico.
_ Padre, no la amo _ lo enfrentó por primera vez en su vida, él, el hijo obediente.
_ ¡Maldito sea Rubén! Si no lo haces nos iremos a la ruina. Debo mucho dinero. La cosecha de trigo fue desastrosa, tú lo sabes. Tuve que pedir varios préstamos para enfrentar la situación y ahora mis acreedores me están acorralando, amenazan con embargar la estancia.
_ Darío se casará con Felicitas. ¿No es eso suficiente para que la tía no te de la espalda? _ intentó hacerlo cambiar de opinión. Casarse con esa remilgada era un verdadero estropicio.
_ ¡Mierda Rubén! Te casarás con Rosario y punto. Darío y Felicitas me importan un carajo. El enfermo de tu hermano es un inepto para los negocios, vive entre remedios y doctores. Además no quiero que meta sus narices en mis asuntos delicados...
_ Querrás decir ilegales, porque el contrabando es ilegal _ Ildefonso lo abofeteó con violencia por su impertinencia.
_ Esos negocios ilegales son los que te dan de comer y permiten que mantengas a tu amante _ le escupió fuera de sí _ No me contradigas Rubén, estamos pasando por una situación límite. Te necesito, tú eres fuerte y astuto, en cambio tu hermano es un pusilánime. Seguramente pronto morirá...
_ Entonces yo me caso con la viuda y se solucionan todos los problemas _ sonrió satisfecho por encontrar una salida más placentera.
_ ¡Puta madre! ¡Basta de sandeces!Te casarás con la boba de Rosario, fin de la discusión.
No podía defraudar a su padre, corría el riesgo de perder su afecto y de ser desheredado. Jamás permitiría que la Iglesia, como ave carroñera, se abalanzara sobre su patrimonio. ¡Curas réprobos, ávidos de riquezas!
"Como cordero al matadero", pensaba en el momento en que repetía con repulsión las promesas matrimoniales: "hasta que la muerte nos separe". "Me encargaré de que eso suceda muy pronto", juró ante la cruz de Cristo que presidía la ceremonia.
La hizo suya despojado de todo sentimiento. La erección la logró pensando en Felicitas, en su rostro perfecto, en su boca carnosa, en sus pechos turgentes, en sus curvas apetitosas. Y luego de desfogar su lujuria, cayó rendido en un sueño profundo, mientras Rosario humillada, lloraba.
La noche cayó sobre la casona de los Gómez Castañón como un velo de ilusión para algunos, como el filo de una guillotina para otros.
Felicitas y Darío, dormían entrelazados...como una sola carne.
Rosario y Rubén, en una misma cama, pero separados por una muralla de hielo.
Felipa y Alejo, cuerpos sudorosos ávidos de placer, encadenados a un amor más fuerte que la muerte.